El 17 de
febrero de 1972, el entonces
Presidente Richard Nixon partía en una histórica visita a China y trazaba el
camino para la transformación de las relaciones entre los Estados Unidos y la
República Popular China, que todavía hoy continúa. El presidente dijo entonces:
“Al mirar al futuro debemos reconocer que el gobierno de la República Popular
China y el gobierno de los Estados Unidos tienen grandes diferencias. Tendremos
diferencias en el futuro. Pero lo
que debemos hacer es buscar el modo de constatar que podemos tener diferencias
sin tener que ser enemigos en la guerra”. Si el presidente de los Estados
Unidos pudo aplicar tal lógica en aquel entonces, ¿por qué no puede aplicarse
ahora?
Después de ese histórico aniversario, miramos las relaciones entre Estados
Unidos y Cuba, o la falta de aquellas, y preguntamos, ¿cuándo el Presidente
Obama aprovechará la oportunidad histórica que tiene? ¿Cuándo el Presidente irá
a La Habana y pondrá fin a este oscuro capítulo de las relaciones bilaterales
entre Estados Unidos y Cuba?
Desafortunadamente,
la realidad del estado de nuestras relaciones con Cuba es que permanece en el mismo punto
muerto de hace 50 años. Como ya hemos publicado en artículos anteriores, la
perspectiva de un cambio en la política de EE.UU. hacia Cuba es virtualmente
nula en este Congreso. Cabe recordar que para cambiar la política hacia Cuba, primero
el Congreso ha de aprobar varias legislaciones. Hay una barrera a favor del embargo
y en contra de los viajes a Cuba muy bien establecida entre los miembros del
Congreso, en la Cámara y en el Senado, que bloquearán cualquier legislación al
respecto y ni siquiera permitirán el debate del asunto. En más de diez años esa
barrera aún no ha sido cuestionada políticamente por los partidarios de los
viajes y el compromiso político.
Es posible,
sin embargo, que haya algunas brechas en esa barrera. Se dice que “la
arrogancia y la ignorancia son la ruina de los hombres y las naciones”. Así también el adagio parece aplicarse
a muchos cubano-estadounidenses intransigentes en este nuevo Congreso. Las
acusaciones que enfrenta el Senador Bob Menéndez (D-NJ), Jefe del Comité de
Relaciones Exteriores del Senado de EE.UU. llevan implícitas la violación de
límites éticos, y hasta legales, en su conducta, aunque todavía están por
probarse tales imputaciones. El Rep. Albio Sires (D-NJ), miembro de alto rango
del Subcomité de Relaciones Exteriores del Hemisferio Occidental de la Cámara
de Representantes exhibió su información cuando acusó a Cuba de ser responsable
del escándalo político que el Sen. Menéndez encara en el presente. El Sen.
Marco Rubio (R-FL) comenzó a despegar su verdadera naturaleza en su respuesta
republicana al discurso del estado de la Unión del Presidente Obama. Su actuación solo puede compararse a la
de un carismático vendedor de autos usados tratando de vender un cacharro
inútil con ideas viejas fracasadas. El Sen. Ted Cruz (R-TX), con celo fiscal,
se ha posicionado como otro aspirante a otro Joseph McCarthy. Su conducta
contra el candidato a Secretario de Defensa y antiguo senador, Chuck Hagel,
viró al revés los protocolos y tradiciones del Senado. Al parecer el Sen. Cruz
también padece de la misma dolencia de “meter la pata” cuando habla de sus
orígenes de inmigrante cubano, como lo hizo el Sen. Rubio, exagerando las
circunstancias de la travesía de sus familiares inmigrantes a los Estados
Unidos.
El
Presidente Obama tiene toda la autoridad para propiciar un acercamiento a Cuba
a través del diálogo sin embargo, todavía no existe un argumento políticamente
persuasivo que haga avanzar tal agenda. ¿Cuál sería el caso para inclinar al
Presidente a que actúe en el tema de Cuba ahora? ¿Quién le habla y asesora al Presidente
en el asunto de Cuba? ¿Dónde están los votos para apoyar o elegir a un político que cambie la política
tradicional? ¿Dónde se recaudan los fondos para tales candidatos? Por el contrario, parece que hay
indecisión o miedo a negociar para resolver el viejo conflicto con Cuba. Aún
más importante, las vidas de Alan Gross y los Cinco Cubanos permanecen atrapadas
en la enmarañada red de las relaciones entre Cuba y EE.UU. El Presidente
también puede eliminar a Cuba de la lista de Países Patrocinadores del Terror,
una designación que Cuba, a pesar de nuestras diferencias políticas, no merece
en lo absoluto. Sin embargo, la eliminación de Cuba de esa lista no vendrá a
través de una petición, sino a través del esfuerzo político.
Cuando el
Presidente Obama, así como el candidato Obama, evaluó nuestra política hacia
Cuba como un “miserable fracaso”, rápidamente los políticos de línea dura se le
acercaron y le hicieron cambiar su posición al respecto. El Presidente cenó en Miami con estos
políticos intransigentes en el 2010 y recaudó 2 millones de dólares para el DNC
(Comité Nacional Demócrata), y aunque ninguno de esos políticos es partidario
de los Demócratas, ellos supieron cubrir sus bases políticas porque saben cómo
se hace el juego en Washington DC. Desafortunadamente el Presidente no ve la oportunidad aún o
no tiene urgencia en cambiar nuestras relaciones con Cuba ahora.
Hace poco
José Díaz-Balart, hermano de Mario Díaz-Balart (R-FL), político de línea dura y
furibundo defensor del embargo, entrevistó al Presidente Obama en Telemundo. El Presidente se mostró
evasivo e indeciso de hacer algo más sobre el asunto de Cuba. Además de ser un
presentador excelente y ganador de un Emmy, José Díaz-Balart está también
emparentado con Fidel Castro. ¿Sabía el Presidente que estaba siendo entrevistado
por el sobrino de Fidel Castro? El padre de los Díaz-Balart y hombre fuerte de
Batista, Rafael, es el hermano de la primera esposa de Fidel Castro, Mirta. El
hijo primogénito de Fidel Castro, Fidel Castro Díaz-Balart, es primo-hermano de
los Díaz-Balart. Este es otro aspecto de las relaciones EE.UU.-Cuba que escapa
a los observadores políticos, los lazos familiares y/o políticos de la familia
Castro, o el predecesor de Castro, y el dictador Fulgencio Batista. ¿Necesitan
realmente los contribuyentes estadounidenses y los conductores de la política
exterior de EE.UU. verse atrapados en esta disputa familiar?
En breve,
los cubano-estadounidenses moderados y otros estadounidenses harán una ronda de
visitas a Washington DC para educar a los miembros del Congreso acerca de sus
opiniones sobre la política de EE.UU. hacia Cuba. Sus esfuerzos deben ser
elogiados, ya que existe la percepción equivocada de que la comunidad
cubano-estadounidense tiene puntos de vista monolíticos con respecto a estas
relaciones. Una vez más esgrimirán argumentos claros para persuadir a los
legisladores de que el embrago, las restricciones de viajes y las sanciones no
funcionan y han de eliminarse.
Ellos puntualizarán que incluso conocidos disidentes como Yoani Sánchez
no apoyan nuestra política hacia Cuba. Ellos también manifestarán sus
esperanzas por un futuro mejor y por un cambio en la política hacia Cuba, pero
no a costa de la intromisión en nuestra política en general. Entonces algunos miembros del Congreso
les preguntarán: “¿Por qué vuestros hermanos, que no están de acuerdo con Uds.,
votan por mí o apoyan mi campaña de elección? ¿Qué más pueden hacer Uds. que no
sea decirnos a nosotros su sentir al respecto? ¿Dónde están los votos para
cesar el embargo y las restricciones de viajes?” Y por supuesto,” ¿cuándo van a
liberar a Alan Gross?” Ojalá que
las respuestas a estas preguntas empoderen el compromiso por el cambio de la
comunidad. [Traducido del ingles al espanol por Julio Fonseca con agradacimiento]
0 Comentarios:
Publicar un comentario