Por Dolores Prida / doloresprida@aol.com
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El Diario NY
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A pesar de que la política de Estados Unidos hacia Cuba ha sido una cadena de imbecilidades sorprendentes por seis décadas, la inclusión de la isla caribeña en la lista de los 14 países terroristas elucubrada por la administración del Presidente Obama a raíz del atentado del 25 de diciembre, ha dejado pasmada a una gran parte de la población.
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Se supone que bajo las nuevas regulaciones los pasajeros que lleguen a Estados Unidos procedentes de Afganistán, Algeria, Cuba, Iran, Irak, Líbano, Libia, Nigeria, Paquistán, Arabia Saudita, Somalia, Sudán, Siria y Yemen serán sujetos a medidas extremas de inspección.
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Esta política no tiene sentido ya que a juzgar por los dos intentos fallidos, los pasajeros/terroristas en cuestión no llegaron aquí directamente de ninguno de esos países. El de la bomba en el zapato, abordó el avión en Londres, y el de la bomba en el calzoncillo, abordó en Amsterdam.
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Ya existe un embargo y una retahíla de prohibiciones en cuanto a viajar hacia o desde Cuba. Es extremadamente difícil para los ciudadanos cubanos residentes en la isla obtener una visa para entrar a Estados Unidos, ni aunque sean artistas de renombre internacional que desean venir a recibir sus premios Grammy. Más difícil aún es la posibilidad de un ciudadano cubano de obtener por su cuenta armas ni explosivos de ningún tipo. Entonces, ¿de qué se trata todo esto?
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La gran mayoría de los pasajeros que llegan en esos vuelos de La Habana son ciudadanos norteamericanos de descendencia cubana que regresan de visitar a sus familiares. Muchos son personas de edad avanzada. ¿Van a revisarle los calzoncillos y las pantaletas a estos pobres senior citizens a ver si traen una bomba escondida en un Cohiba o líquidos explosivos disfrazados de guarapo de caña o napalm envasado en una bolsita de Café Cubita?
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Lo cierto es que los únicos terroristas cubanos de que se tiene constancia, son varios exilados comecandelas que, ayudados por la CIA, han llevado a cabo ataques, fallidos en algunos casos, exitosos en otros, como la explosión, en 1978 de un avión que viajaba hacia Cuba matando a todos los pasajeros y la tripulación. Casi todos los responsables están libres.
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Todos los ciudadanos norteamericanos, especialmente los latinos, debían vociferar con más fuerza sobre la inclusión de Cuba en esta lista. Es una afronta directa a un grupo específico de ciudadanos y una estrategia retrógrada de política exterior. Obama dio varios pasos al frente al levantar las restricciones de viaje y envío de ayuda económica a familiares de cubano-americanos. Por un breve momento pensamos que al fin Estados Unidos tendría una actitud realista hacia Cuba que más tarde o más temprano redundaría en la normalización de relaciones diplomáticas.
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Pero, una vez más, comprobamos que los sueños, sueños son… Y una vez más Obama nos decepciona.
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